jueves, 13 de junio de 2013

Tierra adentro en Ciudadela

Por: Jesús Correa S.

D
e camino a la Ciudad delos Libros, recuerdo aquel sentimiento de asombro y desasosiego  que reino en mí el día que visite por primera vez aquel lugar (ésta es la segunda vez que voy). Desasosiego me provocó imaginar el cómo pudieron haber vivido entre tantos libros José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis; y el trabajo de mantenimiento que les pudo haber exigido. De ellos fueron las bibliotecas personales que ahora ahí quedaron instaladas, en el edificio de la antigua Ciudadela. El diseño de cada una de las bibliotecas es bastante agradable (me gustaría decir maravilloso, pero no quiero crear expectativas demasiado grandes).
Al salir del metro Balderas, el que se encuentra más cerca, olvido que hay dos puertas de entrada  y termino yendo por el camino más largo y peligroso. Me pregunto cuál habrá sido la razón que hizo que se olvidaran –entre ellos  el sádico de Calderón, quien formo parte del proyecto– de la seguridad de los alrededores.
Esta vez entro a ver el acervo de José Luis Martínez, la primera vez pasé al de Alí Chumacero. Por medio de unas letras de presentación me entero que fue un diplomático, escritor, académico que logró reunir 70 mil volúmenes, de los cuales muchos fueron colecciones completas de suplementos, revistas, libros…Ya me tomaré el tiempo para conocerlo más a fondo, pienso. A lo mejor en un futuro próximo busque un libro de él.
 Paso más de media hora viendo los títulos, hasta que llego a una sección donde encuentro varios números de las revistas de La Universidad de México,Tierra Adentro, Proceso…
  Regreso a la entrada, donde se encuentra  la encargada de los préstamos y le mencionó  lo que deseo revisar: «El número 1 y el 47 de la revista Tierra Adentro, por favor», le digo de la manera más amable que puedo y le doy las gracias. Me los da y se voltea indiferente; parece de esas secretarias del gobierno que siempre están molestas… Reconsidero:quizá sólo tuvo un mal día.
«Tierra adentro, otoño de 1974, no.1, publicación trimestral», dice en la portada. Y más adelante el objetivo con el que nació: «iniciar una efectiva descentralización de las actividades artísticas y culturales»…Tengo que mencionar la sorpresa que causó en mí descubrir que lleva casi 39 años de existencia esta revista dedicada a la literatura… Hojas adelante, un articulista, llamado nada más ni nada menos que Mario Benedetti, habla sobre «la literatura latinoamericana, las relaciones entre el individuo y el paisaje» y la manera cómo han cambiado (menciona libros de Gabriel García Márquez, Onetti, Rulfo);  artículo que, desde mi punto de vista, no pasa de ser sólo curioso.
  En el número 47, ya en el año de 1990, hay un cambio radical en el formato y la tipografía –el estilo de las letras–. ¡Una exquisitez para ver los cambios en el diseño editorial! En este número me entero del origen del nombre: «El maestro Sandoval (Víctor Sandoval [1929-2013], uno de los fundadores) recordó un verso del celebérrimo poema de López Velarde escrito en 1916: Yo tuve, en tierra adentro, una novia muy pobre/ ojos inusitados de sulfato de cobre(…).Tierra adentro” es un término castizo que se refiere al interior. Según el Pequeño Larousse significa “lejos de la costa”. Sandoval pensó que podía identificarse con el centro del país», lugar en donde  se quería empezar a difundir las actividades “culturales y artísticas”.
¿Por qué las bibliotecas no tienen turnos nocturnos?… Compraría un par de cafés, los tomaría afuera y pasaría la noche revisando más revistas…Pero no: son las 6 de la tarde y me mencionan que tienen que cerrar. Aprovecho que estoy cerca para pasar al centro de la ciudad, compro el número 181, el más reciente a la venta (abril-mayo 2013), de Tierra Adentro.
Al llegar a casa,  prendo la cafetera y miro el desorden de revistas y libros, que no son nada comparados con los de Ciudadela. Mientras escucho el ruido del agua y el vapor salir, regresa el desasosiego que ya había mencionado. ¡Maldición! Tengo que ordenar este caos.

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