jueves, 4 de abril de 2013

Una columna sobre columnas


Por: Jesús Correa S.

C
uando  se trata de columnas, no nos podemos quejar: en los periódicos que se imprimen en México, hay de todo y para todos. Algunas  de ellas  dan la impresión de ser imprescindibles.
De entrada está Lorenzo Meyer, el historiador que cada jueves en el periódico REFORMA refresca nuestra memoria y nos menciona las similitudes (que a veces son verdaderos actos de mimetismo) que hay entre los sucesos políticos actuales y los de décadas pasadas. Es difícil que alguien más sea capaz de entrar así en tales profundidades de la historia.
Jorge Volpi, Jesús Silva-Herzog Márquez, Enrique Krauze, también pueden ser leídos en REFORMA; no obstante, ya he escuchado que no a todos les agradan las cargas ideológicas de sus escritos.
En El País hay por montones. Mario Vargas Llosa y su “Piedra de Toque” nos deleitan los domingos de cada quince días, más si el tema es literatura. Pero ¡cuidado con la bilis!, ya que cuando abarca la política, a costa de su ideología, es capaz de decir terribles sandeces, propias de alguien que cree entender el estado de un país sólo por leer los diarios.
En el mismo periódico, al final del suplemento dominical, Javier Marías cuestiona los vicios de algunos políticos, empresarios, de la gente que tiene el poder, en especial de los que están relacionados con España (sin embargo, esto no es impedimento para comprenderlo, porque los vicios que padecen los nuestros son los mismos, tal vez hasta peores). Lo grandioso es que lo hace con un lenguaje y pensamiento que muy pocos tienen.
Cambiando de publicación, imaginen  los contenidos de unos textos que fueron titulados así: “Si yo fuera papa” o “Para leer hay que leer”. Pues ya lo ha hecho, y de maravilla, David Toscana, quien deja de lado los pesimismos, los que suelen caracterizar a quienes se dedican a este género periodístico, para criticar, de una forma sutil e imaginativa, casi cualquier cosa. Sus párrafos son, desde mi punto de vista, pequeñas joyitas literarias que salen todos los sábados en el suplemento cultural “Laberinto” de Milenio.
Si lo que a uno le gusta es el arte, y en particular la pintura, se puede frecuentar a Teresa del Conde todos los martes; si lo que se prefiere son las películas no comerciales, Carlos Bonfil las analiza y da opiniones muy buenas todos los domingos. Ambos en La Jornada.
  Tenemos para elegir. Y no dudo que muchos de ustedes ya tengan a sus predilectos, pero si no, no está demás darle un vistazo a algunos de los aquí mencionados.
Esperemos que en cincuenta años, cuando la mayoría de ellos ya no publique, puesto que casi todos ellos rebasan el medio siglo de edad, no decaiga la calidad de quien se dedica a las letras, para que no nos sintamos con tanta nostalgia de estas fechas como para decir: «¿Te acuerdas cuando los periódicos aún se imprimían, y que se necesitaba ser un buen escritor para tener una columna?», a lo que una voz ronca contestará: «No exageres, si también publicaban a Guadalupe Loaeza, Hugo García Michel, Carlos Loret de Mola…»

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