miércoles, 3 de abril de 2013

Con paso lento pero firme


Por: Martín Soares.


Las visitas recurrentes de mi exmujer me tienen harto. Todas las noches viene a meterse a mi cuartucho y a mi cama principalmente. La toleré durante un tiempo, pero ahora me provoca enojos y malestares físicos.

Ayer le comenté sutilmente que no apareciera más por mi casa. Al parecer pensó que era una broma porque la hijadelachingada continúo leyendo su libro sin siquiera inmutarse por mis palabras.

Desde que nos separamos, me acostumbré a tener mi espacio. Invitaba a mis amigos cuando quería, comía lo que me placía, hacía y deshacía lo que estuviera a mi alrededor. Esa belleza de vida se fue con la llegada de ella.

No me quejo de las noches que tenemos, aunque soportarla después es un duro pago que debo realizar. No habla más que de planear a futuro y a mí el futuro me hincha los güevos. No soy un hombre preocupado por el porvenir porque será lo que deba ser, así de fácil. Soy una persona del presente, de vivir el momento y tal vez de un futuro próximo… nunca de los nuncas un futuro lejano.

Me comenta que podríamos vivir nuevamente juntos. Hacer más bonito aquel cuartucho o dejarlo para ir a rentar un departamento como el que tuvimos. La repetición que hace de la palabra "antes" me repugna. Antes, antes, antes… no existe ya, por qué demonios traerlo de vuelta. Lo bien muerto no vuelve ni en recuerdo. No logra darse cuenta que el tiempo bello se ha quedado ahí, atrás. Se la pasa recordando lo que hicimos juntos. Pasado tan mierdero como el futuro. Nuestro futuro. Que les den por culo, junto a mi exesposa, y que los tiren bien lejos.

Ayer me habló del viaje que hicimos a la playa en nuestro primer aniversario de casados. Fue una semana linda, no lo negaré jamás. Visitamos aquella ciudad amurallada. Recorrimos sus calles tomados de las manos, besándonos en cada hueco que las paredes abrían a la ciudad. Nos emborrachamos y fuimos a parar en la arena incomoda de aquel sitio. Tuvimos sexo bajo una manta de nubes que cubría el cielo. Fue bueno porque ambos sabemos movernos en el ritmo y momento adecuados. El sexo es cuestión de tiempo, como la música. Al ritmo de la pasión, al son de dos cuerpos pidiendo piedad, un poco de piedad en este mundo tan mierdero, aburrido e ingrato que nos tocó habitar.

Un viaje fenomenal que debe permanecer en el pasado porque traerlo al presente para formar un nuevo futuro ocasiona desgajes en la memoria y en el tiempo de las personas. 

Ella no lo entiende, fuerza todo. Rememora de tal manera que su vida cae en el hoyo de la insatisfacción y la tristeza. Tal vez lo mejor del pasado es que uno no se encuentra más ahí. Es tiempo perdido, que se escapó de la mano. Tiempo perdido, ergo, perfecto.

Debería ser más claro con ella. Dejarle en claro que todo se fue al carajo. Que no se puede iniciar nuevamente, que es una contradicción que puede matarnos. Si está triste, mejor debería hacer otras cosas, como buscarse un nuevo novio, un trabajo desgastante, escuchar música, qué sé yo; de eso sí mi infelicidad tiene sus raíces desde el momento de mi nacimiento. Un enfermo ayudando a otro.

He pensado en largarme para otro sitio. Dejarla con sus demonios. Lo he pensado, mas nunca lo haría. Por respeto o civilidad o compañerismo. En estos momentos me doy cuenta de que puedo ser como los otros. Siento compasión y me odio por tenerla en este lugar cada vez más podrido. Si tan sólo los buenos sentimientos no existieran, si tan sólo esta mujer se largara por iniciativa propia para poder continuar destruyéndome como se debe: con paso lento pero firme. 

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