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Por: Jesús Correa S.
as lecturas marcan
parte de nuestra vida. Por eso es importante una buena elección de lo que
leeremos, y también tomar en cuenta la influencia que tendrán la interpretación
y el motivo por el cual decidamos hacerlo: si alguien no lee por gusto, sino
por estatus, el camino es de entrada incorrecto.
Tarde
o temprano todos nos encontramos con algunos personajes así, que, tan incómodos
como suelen ser, intentan demostrarnos, hasta en los momentos más imprudentes,
sus abigarrados conocimientos del mundo de las letras.
La
noción de literatura de estos sujetos se limita a la memorización de los
nombres de escritores, títulos y, por suerte, triviales sinopsis (no muy
diferentes a las que vienen en la parte trasera de los libros).
Son
los mismos que después de leer a Schopenhauer, les brota el espíritu misógino; o
los que ven en la embriaguez de Bukowski, un ejemplo a seguir; puesto su pereza,
descuido tal vez, no les permite profundizar en los textos.
Pero
no entiendan mal: una plática sobre literatura puede ser respetable y
exquisita, cuando los que están inmiscuidos en ella entienden que no se trata
de una competencia para que salga a relucir quién “sabe” más (¡sí! Hay quien burdamente piensa que la
cantidad de libros leídos determina la inteligencia). Una conversación
sobre este tema debería ser, en realidad, un momento para compartir descubrimientos, coincidencia
y diferentes perspectivas.
Por
desgracia lo mismo pasa con el cine, la música, la pintura…
De
ellos no escuchará decir otra cosa que no sean clichés intelectualoides: «¡Detesto a Frida Kahlo!... ¡Es que
sólo es famosa gracias a Diego Rivera!»; o «!Detesto los libros de superación
personal! »
Esto
ha hecho que últimamente evite hablar sobre estos temas. Aunque no con todos,
claro está, exceptuando a las personas que,
el tiempo me ha hecho saber, sienten un verdadero gusto por las artes. Siempre
se agradece tener esta clase de amigos o colegas, los que no publican en
Facebook las fotografías en baja resolución de pinturas que han visto en exposiciones
a las que han asistido. Mucho menos pensar que tengan en la sección “Favoritos”,
todo lo que han leído.
Se
agradece puesto que… ¿A quién no le gusta tomarse una taza de café –un té o una
cerveza- con esas personas que han sido marcadas por discos, cuadros, libros, obras
de teatro, POR OTRAS PERSONAS; y no sólo por los nombres que nada nos dicen?
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