martes, 4 de marzo de 2014

El que con niños se duerme…

Hoy por la mañana vi a una madre que iba con su hijo caminando por el mercado. El pequeño tendría aproximadamente cinco años más o menos, él le pidió un dulce que costaba cinco pesos a lo que la mujer le dió un rotundo no porque había olvidado el monedero en casa. Minutos más tarde –la señora que dicho sea de paso no pasaba de 25 años– se zampó un delicioso huarache.

El punto a la entrada de este texto lo aterrizaré en qué tan necesario es tener hijos. ¿Realmente debemos cumplir con ese requisito que la sociedad y la vida misma nos exigen en determinado momento? porque si se es mujer y andas pasadita de los 28 años, los familiares enseguida empieza a joder con la pregunta idiota de ¿qué, no piensas casarte y tener hijos? Y si la joven dice que no, se le arma el despiporre en casa y de solterona y amargada no la bajan.

Pero en realidad qué tan necesario consideran hoy en día las parejas el procrear ¿acaso el tener hijos nos garantiza una vida feliz? Unos dirán sin chistar que sí, que lo hijos son la continuación de un ser humano, que son la alegría del hogar, que sin ellos para qué viene uno al mundo, en fin... miles de cosas que en realidad desde mi punto de vista son obsoletas.

En este tenor encontré que existe un movimiento denominado Childlens by choice, es decir “sin hijos por elección” estos grupo aparecen allá por 1970 y retoman fuerza en 1990 y son un boom en estos días en lugares como Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Alemania. Los integrantes de estos grupos no tienen ideas políticas, ni religiosas, ni mucho menos económicas, simple y sencillamente la filosofía que comparten en común y que promueven es la no procreación y que sin hijos una pareja puede vivir mejor económicamente y disfrutarse más.

Platicando con algunos amigos y conocidos sobre el tema, llegué a la conclusión que tres de cada diez considera que una vida sin hijos sería aburrida porque el basarse y dedicarse sólo a la pareja puede llegar a ser, al paso de los años, monótono, rutinario y volverse una costumbre, lo cual me hace pensar que entonces para qué carajo quieren una pareja si en un tiempo estimado la verán como carga y del dulce amor pasarán al cariño (si les alcanza) y a la costumbre.

Porque muchos que ya pasan de los 30 ven a una pareja como un soporte y una compañía, para no llegar a la vejez solos. Y tener hijos es la cereza del pastel para que en esa vejez haya alguien que vea por ellos y les lleve sus regalos navideños, es decir, algunos a futuro ven en la pareja y en los hijos quien les cambie el pañal y les de sus chopitas.

En tanto los otros tres de los diez que me quedaban –como la canción de los perritos– confirman sin dudarlo que podrían vivir perfectamente sin tener hijos. Que un perro sí pero hijos no. El porqué, ahí sí se dejaron ir con las razones: tendrían más tiempo libre para disfrutarse y convivir como pareja (un noviazgo eterno), viajar cada que se les dé la gana sin tene el peso de encargar al crio con los abuelos, que los chorronales de dinero que se irían en escuelas ellos lo podrían invertir en estudios propios para seguir teniendo un crecimiento profesional.

Ante todo el tema económico, pues. Estos tres de mi encuesta señalaron que los niños son un gasto desde que vienen en el vientre de la madre; con ginecólogo, hospital para dar a luz, pediatras, leche, pañales, escuelas, guarderías, ropa y demás cosas que las pequeñas bolas de carne generan y que termina siendo un dinero tirado a la basura porque muchos hijos ya no quieren estudiar, no hacen caso por más que se les eduque y sobre todo porque hoy en día  en la vejez de los padres los hijos, en su mayoría, los ven como una carga o en su defecto, si generaron bienes, como un cajero automático vivo.

En lo particular he de decir que yo no tengo hijos y no puedo hablar de esa “bella experiencia” como muchos la señalan, pero creo que tal vez pensando egoístamente un país tendría mayor crecimiento si la procreación estuviera de cierto modo limitada a dos hijos por matrimonio.Seríamos menos y las oportunidades como de empleo y de educación estarían más a disposición de quienes de verdad quieren superación, ya que cuantos casos no vemos de jóvenes que por el motivo que sea dejan ya no digamos la carrera universitaria sino la preparatoria y cuántos que de verdad quieren estudiar por más que luchan no alcanzan un lugar que otro mal aprovecha.

Claro, obviamente la decisión de tener o no tener hijo es completamente de una pareja o de una mujer que desee hacerlo sola (lo cual también va en aumento), pero no está demás analizar y ver los pros y los contras de no tenerlos, porque luego vemos que sí son la alegría de hogar pero desearían que las escuelas fueran de ocho horas por no tener donde dejarlos; que son el motivo de una familia numerosa y unida pero muy unida porque siete tienen que dormir en la misma cama y es mejor pensar si se quiere una filita de encuerados o una casa linda de frías paredes, alfombras, pantallas planas y los gadgets de moda.

Pero eso sí, si los tienen edúquenlos porque luego ve uno cada monstruo del averno con cada mamá tan paciflorina que me hace querer sacar lo ansiolíticos y mi coca no para calmar al niño sino para tomármelos yo y así evitar cachetear a la mamá. Ahí se ven y buena semana mijos.

B. Varglez.

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