por Pep
La
grandeza de una mujer debe ser medida por lo que tiene dentro de la cabeza, no
por las cabezas que haya tenido dentro.
Mujer, que entre las
piernas llevas la penitencia de los pecados cometidos, pues a veces es la
entrada del gozo total, el punto en el que no sientes remordimientos; ese
delgada línea entre el placer que puedes recibir y todo lo que estás por
ofrecer.
Mujer, que no has podido
decidir sobre tu género, pero que puedes decidir sobre cómo vivirlo, cómo
afrontarlo, cómo representarlo. Mujer, que te quieren dar igualdad y a cambio
recibes un día en el que te festejan, en el que te haces inmune a las críticas,
a los golpes, a los pesares que te aquejan por tu condición.
Mujer, que naces libre y
en el camino te obligan a ceder, pues eres “sexo débil” y al fuerte debes
obedecer. Mujer, que tu cuerpo has de exhibir, para conseguir un poco de
atención. Mujer, ¿felicidades, mujer?
Mujer, que utilizas tu cuerpo
para trabajar, mientras ofendes a las demás, permíteme el atrevimiento de
decirte que vales más así, no por el valor comercial de tu cuerpo exhibido ante
una jauría de hombres hambrientos, sino por hacerlo sin remordimientos, por ser
dueña de tu cuerpo y caminar con la frente en alto y el cuerpo desnudo. Si ya
conocen tu piel, que te conozcan a ti también.
Mujer, alégrate, festeja
hoy en tu día. Demos gracias al gobernador que ha preparado un desayuno, una
comida, algún tipo de reconocimiento. No importa que en la cuota de género se vean
obligados a mandar a representantes femeninos sólo como mero requisito.
Brindemos, mujer, 8 de
marzo; no todos los días recibirás felicitaciones por ser mujer, por ser madre
jefa de familia, porque eres sexo débil y hay un día marcado en el calendario
para recordártelo. Festeja, mujer, que te ofrecen un día dedicado a recordarte
que hagas lo que hagas sigues siendo mujer en un país de machos, ese día viene
disfrazado de igualdad, respeto y tolerancia… Mucho pedir, ¿verdad?
Pero más triste que no
tener igualdad entre hombres y mujeres, más triste que eso es saber que no se
tiene igualdad entre el mismo género. Bien dicen por ahí: “Mujeres juntas, ni
difuntas”.
Las mujeres nos hacemos
daño, nos criticamos, nos hacemos menos. Éste es un día en el que no hay nada que
festejar, a menos que festejes todos los días, que exijas igualdad en todo
momento, no cuando sea conveniente.
Ser mujer va más allá de
usar tacones, sonreír, tener hijos, criar hijos, ser esposa, ama de casa,
amante, amiga y todo eso. No es el rosa nuestro color, no es la cocina una
opción. Hoy las mujeres son más libres, estudian, se preparan, y es mentira que
detrás de un buen hombre está una gran mujer… A mi consideración y muy humilde
opinión: arriba, abajo, de espaldas, de frente a un hombre está una mujer que
ha decidido sobre su cuerpo, sobre su mente, sobre su futuro y su sexo.
Mujer, que en el placer
hallas a los demonios que no te han dejado ser; mujer, que das placer y recibes
lo mismo, con remordimiento quizá, con temor; mujer, que eres arma de doble
filo, pues pobre del hombre que encuentre entre tus piernas un motivo. Mujer,
no festejes como ser vulnerable, no necesitas una fecha marcada
internacionalmente para demostrar lo que podemos ser. Felicidades, mujer.
2 comentarios:
No hay mejor razón para festejar que esta profunda reflexión.
Así es, profesor. Gracias por pasar a leernos.
Publicar un comentario