martes, 10 de diciembre de 2013

El sexo un placer de los mortales I

Por: B. Varglez.

Hoy no tengo ganas de mentarle su madre a Joel Ortega, ni continuar hablando mal del Sistema de Transporte Colectivo Metro, creo que muchos ya lo están haciendo y saben que cuentan conmigo para tomar cualquier medida a favor de partirle su madre a este idiota a pesar de las amenazas de que seremos llevados al bote por saltarnos un torniquete.

En otras cosas, hoy tengo ganas de separar un poco mi mente de los problemas mundanos (que son un chingo y que mientras no estemos todos en la misma sintonía y dispuestos a partir madres, nada cambiará). Hoy quiero perderlos en un mundo de sensaciones, en un mundo que a todos nos llama, que a todos nos gusta y que desde que lo descubrimos nuestra vida cambia ya que no se vuelve a ser el mismo o la misma.

Existen muchos placeres de los cuales un ser vivo puede disfrutar: comer, dormir, caminar; pero uno, el que es master de master y el que ni el mentado capitalismo nos puede arrebatar es el placer que nos da el sexo. El buen sexo nos cambia el ánimo, nos deja de buen humor y hasta logra que saquemos el estrés agolpado en nuestras venas.

Una buena cogida, como diría un conocido, es capaz de hacer que incluso se firmen tratados y acuerdos que pueden cambiar el rumbo de una nación, mover la economía europea, hacer que Enrique Peña Nieto diga y haga menos pendejadas... Ay, no, ahí sí me la jalé, eso ni naciendo siete veces este individuo pasaría... no es para tanto, me ganó la emoción del tema.

En fin, como les decía el sexo es un placer que cuando lo descubrimos no lo queremos dejar nunca, es como encontrar esa cajita de Pandora que abrimos y que cuando vemos todo lo que encierra nos hace nunca volverla a cerrar. La primera vez que tenemos un encuentro cuerpo a cuerpo es inolvidable y no por el hecho de el enamoramiento, esas son patrañas, lo que la hace inolvidable es la sensación que enchina nuestro cuerpo y el cúmulo de emociones que nos hace sentir el hecho de tener una piel ajena a la nuestra dejándose explorar por nuestras manos.

Sentir el olor del otro, los flujos del otro, la belleza de enredar piernas y brazos de tal modo que de dos sólo se perciba una figura con formas diversas. Pero el sexo va más allá de solamente abrir las piernas y penetrar. El sexo es disfrutar de un momento íntimo con alguien que nos despierta más allá que un “amor lindo”. No siempre el gran amor que nos traiga idiotas será el que nos dé lo mejor en la cama.

Porque el sexo mis estimados es ante todo pasión, entrega, delirio, fiebre de deseo todo agolpado en un momento y como dice el José José es arañar y besar y en mi opinión prefiero el deseo fugaz a la obligación permanente, por el hecho de que la “sociedad” establece que únicamente podemos coger con una persona porque somos bígamos (ay ajá), por eso hay tanto frustrado encasillado en el tránsito de esta ciudad o despacha boletos del metro con cara de amarguis.

No dudo que existan quienes sean felicidades teniendo pan con lo mismo a diario pero también como decía Juan Gabriel “hasta la belleza cansa” y a veces al patrón de la casa de tanto comer filete se le antojan unos frijoles de vez en vez. Sería tan bello este mundo si nos aceptáramos con lo que somos, si aceptáramos que de vez en cuando nuestra pareja tiene otras necesidades y hasta ser partícipe de ellas, de esos juegos sexuales que para muchos rayan en la desfachatez y la depravación, pero que si la pareja los aceptara seguro en este país habría menos divorcios y mucha gente satisfecha.

El campo sexual es muy profundo, está el sexo tantra que va en la dirección de despertar emociones y sensaciones nuevas a través de las caricias, olores y sabores que hacen llegar al clímax y donde la penetración es solo una cerecita del pastel porque todo el trabajo ya se hizo previamente estimulando el cuerpo con un simple roce en el dorso del brazo, sólo por mencionar un ejemplo.

Ese momento íntimo con nuestro compañero o compañera de cama debe de ser como una de esas visitas al Papalote Museo del Niño, donde tocar, jugar y aprender está permitido, en el que podamos experimentar sensaciones con nuestros labios posados en una espalda desnuda aderezada con miel  o sentir como unas medias de seda se enredan alrededor de nuestro cuello hasta dejarnos la piel chinita y más adelante descubriremos más porque el camino es largo y las ganas más.

Pero bueno por hoy los que no tengan pareja ni sexual, ni amorosa corran a darse una ducha de agua fría o nomás acuérdense que va a subir el metro dos pesotes y con eso se les baja el lívido y vuelven a la bonita realidad mexicana que vivimos nosotros los pobres con ustedes los ricos (verdad Miguel Ángel Mancera, me pega porque yo voté por ti canijo pinche desilusión), bueno ya me dio el bajón ahí se ven.

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