martes, 12 de noviembre de 2013

Lo común y lo fácil, según la óptica por la que se mire

Por: Blank Varglez.

Y cuando uno se pone a pensar en cómo nos afecta el narcotráfico nos vienen a la mente: las adicciones, la inseguridad, las balaceras, las muertes injustificadas, la riqueza de algunos politiquillos, entre muchas otras cosas.

Pero el problema es tan grave que lo pude observar incluso en algo tan común como hacer un simple envío a algún lado donde esta plaga está regada, como lo es la frontera. Un familiar me pidió que le comprara algunos libros y se los enviara por alguna empresa de servicios de mensajería.

En primer lugar las oficinas de servicio de mensajería las vemos siempre, pasamos por la puerta y ni las pelamos, pero cuando queremos una (como siempre pasa con todo lo que necesitamos de emergencia) nunca la encontramos a la mano, así que me tuve que meter al Internet a buscar las más cercanas del cuadro de la ciudad por donde andaba.

Entré a una DHL que está por Reforma centro y casi querían sacarme un ojo de la cara por el envío, sin ni siquiera pesar el paquete ni nada, así a lo pendejo o bueno a “ojo de buen cubero” me querían cobrar la módica cantidad (digo módica porque la señorita que atiende el changarro me vio con cara de “si es una bagatela”) de 400 pesotes, dije “no manchen”.

Y ahí empezó la búsqueda y algo tan fácil se volvió algo complicadón. Pasé a otra DHL, no sé, tenía la impresión que la primera señorita solo me había dicho el precio a lo wey para que no la estuviera “molestando”, así que entré a otra ubicada en Camarones, y sí, ahí lo pesaron, vieron el destino y el precio eran de 350 pesos, como la Bolsa de Valores el precio iba bajando, había que seguir cotizando y así lo hice.

Fui a una Fedex y el envío había bajado a 220 pesos. Sentí hasta bonito cuando el joven que me atendía acabó con mis ilusiones a causa del problema del narcotráfico, ya que los envíos a la frontera no se hacen con entrega en sucursal sino únicamente en domicilio; el problema, la persona que lo iba a recoger nunca está en su casa, así que salí de ahí con mi paquete y me fui a Estafeta.

Uno se compra los anuncios y recordé aquello de: “Estafétalo”, ay ajá, entro a la sucursal y una chica con cara de muy, pero muy pocos amigos me pesó el paquete, me informó el costo (yo feliz eran 280 pesos) pero cuando le dije a donde iba el envío hasta como que se molestó más, me dijo: “Los envíos a frontera a causa de la inseguridad por el problema del narcotráfico, solo se hacen en un sobre que pese menos de 100 gramos y que sean documentos nada más que eso y a domicilio de la persona, no se pueden entregar en sucursal”.

No pues ya ni dije nada, saqué mi trasero de ahí y lo fui a regresar a DHL a la opción de 350 pesos y donde sí se podía recoger en sucursal. Me es difícil creer que algo tan cotidiano no lo es ya para mucha gente, aunque también cosas que no son cotidianas se vuelven el pan de cada día en lugares como Ciudad Juárez, Matamoros, Reynosa, Coahuila, Michoacán, de entre otros muchos lados de la República que tienen este grave cáncer y que para ellos ver un retén o una balacera es algo común ya que se han acostumbrado a esta forma de vida.

A los toques de queda implícitos, donde todos saben que después de las diez de la noche no es muy aconsejable salir a la calle... bueno, no se puede hacer algo tan simple como ir al cine, el regreso podría ser algo incómodo al toparte con un grupo de pubertos con armas largas que piden cooperación “voluntaria”, sí, voluntariamente a huevo.

Muchos de los que se cuelgan la bandera de que están en contra del narcotráfico y a favor de los derechos humanos y la madre y el padre, podrían ahorrarse el discurso creo yo, porque no me van a decir que lo que consumen y me refiero a su pastito verde y su talco, lo siembran o lo arreglan en su laboratorio personal, porque no creo, obviamente se le compra a uno de esos weyes que según persigue la justicia.

Y aunque ya no se den las cifras de cuántos muertos al día dejan los enfrentamientos (para no dar mala imagen al país) el problema sigue ahí, solo que como acostumbramos en Méxiquito lindo y querido, lo feo lo echamos debajo del tapete para que no lo vean nuestros empresarios gringos o europeos y no se le caiga su discurso al Peña Miento de que el narco va a la baja.

Las soluciones, se dice, serían muchas, dejar de consumir, legalizarla, dejar que se maten por el territorio los capos, pactar... no lo sé, lo que sí sé es que todos deberíamos opinar y tomar esto en serio, muy en serio, para que la vida de muchos vuelva a ser mejor o peor pero por lo menos con libertad de salir a la calle sin miedo que acabes con una bala como adorno en la frente.

1 comentarios:

Y no solo eso. Aqui los mismos empresarios se agarran de la inseguridad como pretexto para malbaratar los sueldos de la gente que, por el cierre o cambio de sede de los corporativos locales, causo un gran desempleo por la oleada del narcotrafico. Que decir de la vida nocturna o el ir a un centro turistico como lo es Tampico en Tamaulipas.

Que pena me da, lo unico en lo que nos queda es la justicia divina por que la fuerza publica se hace del ojo gordo