por P.I.G.
Nos caga que algún funcionario en alguna oficina de alguna
instancia gubernamental nos pida dinero para saltarnos los lugares de la fila y
realizar antes que todos los trámites correspondientes; nos caga la corrupción,
pero no nos gusta formarnos.
Nos indigna que una mujer y su niño en brazos mueran
atropellados por un asqueroso inconsciente detrás del volante, pero más de una
vez hemos salido de una fiesta ebrios hasta el recto y nos hemos cruzado los
semáforos rojos porque nos parece un claro ejercicio de rebeldía.
Nos perturba que ese hijo de vecino no le ceda el asiento a
una mujer en el transporte, pero el día que nosotros somos ese hijo de vecino
que tiene el privilegio de ir sentado, pensamos: “Total, no está tan grande,
puede ir parada y no creo que vaya muy lejos”. Ja, nos caga la discriminación,
pero peyorativamente usamos el término “hijo de vecino” con ese sujeto que va
sentado.
Odiamos que los políticos desfalquen y roben a sus anchas,
pero si se presenta el caso no diremos nada al señor de la tiendita que nos ha
dado cambio de más. Robamos a nuestra manera, y eso ya nos hace cómplices.
Nos cagan los legisladores que duermen sin descaro en sus curules,
pero “la semana laboral debería durar sólo tres días”.
Odiamos el machismo, pero “que no vayan viejas a la fiesta,
que vaya puro cabrón para que se ponga mejor el asunto”. Odiamos el feminismo,
pero “pinches hombres”, cuando un pinche hombre y una pinche mujer es también un
pinche papá y una pinche mamá.
Nos encabronamos con los “pinches encapuchados” que pintan y
dan mala imagen a la ciudad, pero si ya no hay remedio orinamos en los parques
y muy a menudo tiramos basura; al fin sólo es una colilla de cigarro.
Nos caga la propiedad privada de los poderosos, pero que no
se atrevan a ensuciar “mi auto”, que no peguen estampitas en “mi casa”, que nadie
venga y coma en “mi mesa” o que ni se les ocurra tomar prestado “mi celular”,
porque eso es mío y sólo yo puedo hacer uso de ello.
Nos caga la forma cruel y despiadada como matan a los
cerdos, pero esos tacos seguramente te hacen olvidar que ya eres parte del círculo
de la tortura.
Nos caga la apatía de los futboleros y sus dos horas de
alienación, pero las ocho horas de embrutecimiento etílico nos parecen
razonablemente aceptables.
Odiamos la hipocresía y el fanatismo de las iglesias, y por
eso hay que quemar iglesias y crucificar cristianos, eso no es ni hipócrita, ni
fanático. “Qué bueno que hayan crucificado a Cristo”, pero qué pinche indignación
por la manera en que crucificaron inocentes durante las purgas soviéticas.
Me cabrea el racismo en todas sus manifestaciones, pero “ese
indio apesta a campo y esos pinches blancos hijos de papi deberían largarse del
país”.
Me caga la xenofobia, “pero pinche Laura Bozzo, que se
regrese a su país, aquí no la queremos”.
Al diablo con las trasnacionales, “pero la cerveza sale más
barata en Walmart”.
Odio a los burgueses, pero “si tuviera su dinero ya me
hubiera largado de este país y terminaría mis días viajando alrededor del mundo”.
Me cagan los productos de farándula de Televisa, “pero qué
rica está Galilea Montijo”.
Estoy en contra del aborto, pero “a ese pinche Loret de Mola
no le hubieran permitido nacer”. Sí, aunque sea sólo sentido figurado, igual se
piensa con bastante entusiasmo.
Odio la represión, “pero que se madreen a los maestros por
pinches güevones”. Odio que las marchas obstaculicen la ciudad, pero “si le
suben un peso al precio del refresco sí salgo a las calles a protestar por mi
derecho a la libre compra” (sic).
Me caga que el sistema desplace y reduzca al mínimo mi
libertad, “pero quiero que mi pareja esté siempre aquí y que no se le ocurra ir
a donde yo no vaya sin que me entere”.
Nos caga la hipocresía, pero siempre viajamos a todos lados
con nuestro espejo, con la moralina, con la doble personalidad, con el
claroscuro de la personalidad humana, con los principios fundamentales
aprendidos a través de tantos años, pero con el cesto de basura para cuando los
valores estorben y poderlos mandar a la mierda por un rato.
Nos cagan las medias tintas, pero el ser humano siempre
camina sobre la línea media que divide los polos, los extremos, las aristas
opuestas de la vida.
Al humano le caga la humanidad, pero ha hecho un (semi)esfuerzo
malogrado para acabar con ésta, y se ha conformado con repetir una y otra vez
que le caga y le caga y le caga, pero siempre termina limpiándose la suciedad,
duerme tranquilamente y al día siguiente todo le parece un poco más normal.
1 comentarios:
qué cagante situación jajaja
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