Por: El Doctor Pluma.
Un día de estos voy a huir de
aquí, pero esta vez iré solo, sin acompañantes; esta vez no pediré que me
acompañes, es más, si insistes te diré que no deseo tu compañía, no será como
las demás veces. Es un viaje largo que quiero aprovechar de principio a fin, no
lo sé, puede que se trate de un viaje sin retorno, y no planeo llevar a alguien
que tenga interés en regresar, porque yo no planeo regresar, así como tampoco
planeo quedarme por mucho tiempo aquí, ya estoy harto.
A donde voy… bueno, no sé bien a
dónde voy, no conozco el lugar, no sé qué tan bien se vive, si es que se vive;
sólo sé que es mejor lugar que éste al que ya me he acostumbrado, pero no por
ello lo detesto. Lo aborrezco, y ahora más que otras veces deseo estar solo,
solo de ti, solo de mí, solo de los demás, de la voz ronca, de los ojos
inquisidores, de la contaminación.
Y si me voy no es porque quiera alejarme
de ti, aunque un viaje siempre represente un alejamiento, me voy contigo sin
llevarte pues me llevo tu recuerdo; desconozco si en aquel lugar al que
visitaré me sea permitido entrar con recuerdos, pero lo intentaré, nada pierdo.
Voy a huir no por cobardía, sino
porque necesito cambiar de aires y de luces y oscuridades, necesito conocer
otras caras y ya no verlas más, necesito sobre todo saber qué se siente partir
de este lugar. Tal vez no me guste y me arrepienta, pero ya será el tiempo
quien se encargue de recriminarme y hacerme caer en mi error.
No te digo cuándo voy a hacerlo,
pero esta vez cumpliré mi palabra y lo haré. No hablaré de fechas ni horas
exactas, porque tal vez en ese instante me arrepienta y prefiera la noche,
cuando estés dormitando, o el día, cuando tu mirada esté clavada en el
televisor; aprovecharé cada uno de tus descuidos y los consideraré como la
oportunidad perfecta para dar el paso.
A estas alturas no me interesa
tanto que me extrañes, ni que me extrañen los demás; me preocupa tu enojo por
no avisarte sobre mi viaje, me preocupa que derrames unas cuantas lágrimas
gratuitas e innecesarias; me importa que los demás inventen historias y
tergiversen mis razones, pero tú tampoco las conoces; tanto ellos como tú
estarán en el completo desconocimiento. Bien por todos.
Para cuando huya no llevaré
mucho, lo necesario, lo indispensable: unas cuantas canciones, algunos libros,
unas citas célebres, las heridas que provocaste con esas uñas amarillentas, un
poco de tu perfume aún pegado a mi piel, pues quizá decida partir segundos
después de haberte hecho el amor.
¿Cinismo? Quién no es cínico en
este mundo. ¿Que si soy hiriente y la soberbia me caracteriza? Que sirva como
mi defensa argumentar que todo lo he aprendido de ti, soy tu reflejo o aprendí
a serlo, y también es necesario cambiar y tratar de ser otra persona, más
soberbia e hiriente quizás, pero ya muy propia.
Ahora que recuerdo ya sabías de
mi plan de viajar, alguna ocasión te lo dije, pero siempre acudiste a ese fútil
pretexto de no tener tiempo y carecer de retención para prestar atención y
recordar lo que te dije y en constantes ocasiones insistí.
Voy a huir sin que te des cuenta,
o, mejor todavía, voy a huir justo en el momento más bochornoso para ti, en
medio de una reunión familiar, o cuando la fiesta con los amigos esté en su
punto de efervescencia. Por rencor o desidia no intentarás evitar que me vaya y
harás bien, te lo aseguro.
Intento concientizarme y tratar
de aclimatar mis pensamientos a un cambio rotundo y de esa magnitud. Dicen que
los cambios siempre son para bien, yo digo que eso no es más que una frase
desgastada para intentar aminorar el miedo que representa el cambio, en
cualquiera de sus manifestaciones, en la vida de todo mortal.
Y yo, por mi parte, soy el más
temeroso de este mundo, pero voy a arrastrar mi miedo hacia aquel otro lugar,
no pienso quedarme aquí por mucho tiempo. Los cobardes y miedosos huyen, yo voy
a huir, y un cambio no me hace ni menos cobarde ni menos miedoso. Un cobarde
que desea un cambio, qué estupidez.
Lo único realmente válido y
cierto hasta el hartazgo es que ya no hay vuelta atrás, lo demás, las palabras,
los llantos, las elucubraciones sin sentido, puedes escupirlas y guardarlas en
el baúl de los archivos olvidados. Quédate con la idea de que tarde que
temprano voy a huir y hagas lo que hagas es imposible que cambies de rumbo los
planes.
Que sirva a todos de consuelo que
no hay un motivo profundo y real que me lance tanto al vacío y me orille a
realizar el viaje, pero que a todos les queme hasta lo más insignificante del
alma que no hay una razón verdaderamente importante para anclarme y obligarme a
quedarme en éste, su mundo.
1 comentarios:
Sin duda lo que mejor sabes hacer es huir...
Publicar un comentario