martes, 25 de junio de 2013

Los calvarios citadinos

Por: B. Varglez.

El calvario comenzó el día lunes 17 por la noche, al llegar a casa y percatarme de que no había luz; no me voy a tratar de justificar, pero por lo menos intentaré que mi explicación sirva de disculpa.

Tenía que pagar dos recibos de luz de dos viviendas y sí los pague, lo hice, incluso, dos días antes de la fecha de vencimiento para precisamente evitar que tuviera que alumbrarme con velas. Sí es muy romántico pero desgraciadamente al celular y la tablet les vale un chícharo y necesitan energía eléctrica.

Pero como ambos lugares tenían adeudos de luz, a CFE le valió madre y me la cortó (la Luz) sin piedad; se llevaron cables y tornillos para evitar que me “colgara”, según me dijo mi vecino.

En fin que la luz de mi vivienda sí la tenían que cortar con justa razón, pues hay un adeudo que nunca se pagó, pero la de la otra vivienda nomás no la cortaron por ese motivo, sino porque la cajera del banco, o el pendejín que capta los pagos en CFE, cualquiera que haya sido, se equivocaron y sí mandaron el pago a una cuenta de la Comisión, pero el pedo es que sabrá Dios a cuál chingados.

Motivo por el cual tuve que pagar otra vez en lo que averiguaban qué carambas había pasado. Esto lo supe cuando el martes fui a poner mi jeta por la mañana en las instalaciones de CFE Granjas con “Adrián Aguilar Flores, atención a clientes”, así decía el letrerito en su escritorio.

Total que el monito éste me explicó con pelos y señales lo que debía de hacer; un convenio y dar un par de pagos... y bla, bla, bla. Todo lo que me indicaron lo hice, me llevó toda la mañana y el dinero para la semana, pero lo hice. Según ellos me tenían que reinstalar el servicio en 24 horas o menos; Adriancito lo dijo muy serio y yo le creí o le quise creer, que el martes al medio día estaría de regreso mi luz.

¡Ay ajá! Di chance hasta el jueves en la mañana, día en el que ya me presenté a preguntar qué pedo con mis reinstalaciones, y el servidor público Adrián Aguilar me dijo: “Pues qué raro, ya deberían de haber pasado; voy a levantar un reporte y hoy mismo tienen que ir”.

Me fui a mi casa porque pedí el día en la chamba para esperar a los de la luz y sí, esperé, esperé y esperé, dieron las tres, las cuatro, las cinco de la tarde y nada; incluso busqué alguna camioneta por la calle para que de caridad me fuera a instalar el servicio; pasaron dos por mi cuadra pero nada de nada, ni me pelaron.

Total que en esos momentos no saben cómo me acordé de Luz y Fuerza del Centro, y de Felipe Calderón, de su choro mareador de que se cerraba esa nefasta empresa, porque no servía para nada, porque era pura burocracia y corrupción, y me dieron ganas de en primera tenerlo enfrente y darle un chingadazo y de que a bola de putazos se tragara sus palabras, porque CFE no es precisamente lo más óptimo y servicial.

Y la neta no tengo grandes conflictos con eso de la atención, no busco los mejores modales ni que me extiendan alfombra roja; con que hagan las cosas me conformo y no pido caravanas, pero estos güeyes acabaron con la poca paciencia que poseo, porque además mis vecinos se quejaron de que cada que van son unos patanes que no dejan ni hablar.

El día viernes me levanté muy temprano para estar ahí al momento de la apertura, 8:00 AM en punto y otra vez Adrián Hernández me atendió, llamó a la central y pidió que se me fuera a prestar el servicio de reconexión. Lo más cagado es que con la persona que habló el mentado Adrián, cuando le pidió su nombre para saber con quién se levantaba el reporte, no se lo quisieron dar y a pesar de mi situación me hicieron reír. No era posible que ni entre ellos se den la información.

Para acabar pronto, decidí instalar mi pequeño campamento en el escritorio de Adriancito, saqué mi libro de Xavier Velasco, mi botella de agua, pluma y libretita, me hice una camita con dos sillas, subí mis pies y me puse a leer; se me acercó una señorita y muy amablemente me pidió que me quitara del escritorio y me fuera a casa a esperar que me instalaran la luz.

Le contesté: “No, señorita, a mí también me están atendiendo y cuando resuelvan mi problema me voy”, colgó jeta la chica y movió a Adriancito de lugar; antes le ofrecí un chicle, pero me lo despreció, tomó sus papeles y se mudo.

Tengo la sensación de que no me querían tener ahí toda la mañana, así que llamaron nuevamente a la central y la señorita esta vez exigió que a más tardar en media hora se me reconectara la luz a mis dos viviendas. Yo seguí escribiendo, leyendo y revisando todos los letreros de la CFE, digo, por si alguna vez se me volvía a ofrecer. Y sí, a la media hora la señorita me informó que ya estaba reconectado mi servicio sin problemas, obvio mandé un mensaje para que de mi casa me informaran si era cierto.

Al corroborar que sí ya todo chido, guardé mis cosas; dije, como toda una persona educada, gracias y buenos días.

Con esto llegué a la conclusión que si todos, absolutamente todos nos uniéramos en cosas que realmente nos afectan, como el transporte en la ciudad, los malos servidores públicos, la alza de los precios, entre muchas otras, tal vez y en uno de esos sueños de marihuana, sí ya sé, pero tal vez de mil batallas alguna la lograríamos ganar, pero el problema es el miedo y la falta de decisión para realizar las cosas, eso es lo que a los mexicanos nos da en la madre el pinche conformismo, aunque nos traten como pedazo de calabaza.


Por eso yo con la pena, aunque nos digan mitoteros, les aconsejo a darle, cuando y contra quien sea necesario.

1 comentarios:

Buena tu crónica, sobre todo porque pone en evidencia el modo de operar de la CFE, que vaya que ha traído problemas a muchos... '