Por: B. Varglez.
Y para no perder la costumbre que nos sale de la influyente
este fin de semana, ya no sabe uno si reír o llorar con el poder del que
algunos abusan. ¿A quién me refiero? A Andrea Benítez, la “Lady Profeco”, o
lo que es lo mismo, la hijita del procurador Humberto Benítez Treviño: el
berrinche de la nena porque no le daban la mesa que quería. Carambas, qué les
pasa, cómo se les ocurre, si la comunidad está para servir a estas gentes como
y cuando lo necesitan.
O al menos esa es la impresión que la joven quiso dejar bien
plantada con su malcriada actitud, amenazando con cerrar al restaurante Maximo
Bistrot de la colonia Roma. Lo más deplorable de esto es que los funcionarios
de Profeco salieron como conejo de sombrero de mago, nomás fue cosa de que la
chamaca hiciera una llamadita, dije llamadita, eh.
En fin, que hizo su mágica llamada y ¡¡zas!! Que salen los profecos
de por todos lados, otro punto critico para infartarse porque con que la hija
de papi les hable ya lo dan como por emergencia ir a cerrar un changarro sin
saber qué pasó, pero si ustedes o yo, ciudadanos de a patita hacemos la
llamada, primero que entre es un triunfo y luego nos enviarán nuestro queja al
cajón de las cosas olvidadas, si bien nos iría nos mandarían un formato para
explicar con pelos y señales qué nos pasó para iniciar la investigación, pero
lo más seguro es que nos pasará lo primero, que nuestra queja solo engrosara
los archivos de queja de la Profeco.
Lamentablemente la prepotencia de hijos de funcionarios
públicos son el pan nuestro de cada día, sexenios van y vienen y siempre nos
toca ver casos como estos, sean quienes sean los que están en el poder los
padres tienen que sufrir pena ajena con lo que sus monstruos causan. Recuerdo
cuando se decía que los hijos de Ernesto Zedillo llegaban a los antros con la
mayor de las prepotencias con la charola por delante mentando madres y
discriminando a quien se les parara por enfrente, echándose actrices como Erika
Buenfil que a pesar de haberle dado un hijo a uno de estos monos no le dieron
ni los buenos días, no corrió con tanta suerte como “La Gaviota ”.
Y hablando de “Gaviota” y niños caprichosos se me vino a la
mente la hija de Peña Nieto, que salió a defender a su padre cuando fue
criticado severamente y con justa razón, en la Feria del Libro de Guadalajara, pero a quién se
le ocurre ir a un evento de esta magnitud a demostrar su ignorancia, pero la
nena se llenó la boca diciéndonos a todos “Prole”, ay por dios niña, gracias
debería de darnos que existe la “Prole” porque gracias a nosotros y nuestros
impuesto (que yo creo ya no pagaré) te darás una vida de reinita hasta el fin
de tus días.
Y así podemos ver casos de hijos de ediles, en pueblos donde
movilizan a la policía para que les abran paso en calles muy transitadas o los
dejen ir en caso de andar ebrios y no ando pasando lista pero mencionando
borrachos influyentes no pude faltar “El Niño Verde”, que según él no quería
dar su nombre cuando lo apañó el alcoholímetro con el pretexto de que no lo dio
para evitar que se malinterpretara y como era fulano de tal, lo dejaran ir, si
como no, si los pobres polis decían que el niño y su guardaespaldas se pusieron
bien locos y luego, luego sacaron a relucir quien era el “señorito”, como
resultado pues sacó su amparo en joda y pagó las horas en cómodas mensualidades
cuando al changuito se le dio su gana.
Lo único medio rescatable de esta situación de la “Lady
Profeco”, si es que le podemos llamar rescatable, es que en primera la dueña
del lugar no le dio el avión y le valió bolillo que fuera hija de sutano,
mengano o perengano, dos que la chava hizo el oso wey más grande de la vida porque (si lo
siento me afresó el tema), hasta disculpas ella y papi tuvieron que pedir.
Por eso este bonito 30 de abril, le aconsejaría a los padres
influyes y también a los que no (porque luego en los micros hay cada chamaco
caprichoso y chillón que como castra), que le regalen a sus críos aunque sea 10
pesitos de educación y juicio para que se eviten estos numeritos y queden
evidenciados de que lo único que le dan a sus pequeños es dinero y prepotencia,
los podrán mandar a estudiar a Harvard, Oxford, o a la escuela de la esquina,
pero los modales solo se los darán en sus casas, por eso aquel atinado refrán:
“Hijo de tigre pintito”.
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