martes, 16 de abril de 2013

A chingar, a chingar que el mundo se va acabar


por  B. Varglez 

Desde que el hombre existe sobre la faz de la tierra, ha visto el modo de ponerse en la madre solo, es algo en lo que el ser humano no necesita ayuda; siempre busca el modo de acabar con él y con todo lo que le rodea. Tenemos ese sentido de superioridad que nos da tal vez el poder del habla y el raciocinio, con el cual a veces dejamos mucho que desear, pues nos comportamos como verdaderas bestias de siete cabezas descritas en las fantasías griegas más maravillosas.  

Todo lo que se encuentre a nuestro paso y nos estorbe, la solución es arrancarlo de raíz. Uno de tantos ejemplos es la mancha urbana en este país y en muchos otros que cada día crece y crece más, secando lagos, acabando con bosques, áreas de reserva natural y santuarios, para crear enormes complejos habitacionales que en su mayoría carecen de áreas verdes, de agua potable, espacios reducidos mal diseñados donde si metes el closet, te tienes que salir tú, y de pilón mal hechos pues ocupan materiales baratos.

Otra forma que el ser humano ha encontrado para darse en la torre al paso de los años, ha sido a través de las guerras. La Primer Guerra Mundial, donde murieron más de nueve millones de combatientes a causa de la lucha por el poder, por el territorio y por el imperialismo europeo. Ni qué decir de la Segunda Guerra Mundial, donde la humanidad quedó marcada y no me refiero al punto de vista de devastación, me refiero a que nos tenemos que seguir recetando las secuelas del “holoca$h” (como dice un conocido), porque a raíz de ese hecho muchos transformaron el odio, el miedo y la tristeza en redituables ganancias.  

Y ya en el tema de las guerras, qué tal el chiste coreano, donde la novedad no es que las dos coreas estén en pleito, llevan años haciendo su show; el problema generalmente en estos meses es el desarrollo de prácticas militares que Corea del Sur lleva a cabo en conjunto con EU, y Corea del Norte protesta porque las ve como amenazas y reacciona ante esto.

La novedad en este momento es el grado de tensión diplomática generado por lo regular provocada por los “güeros”, que, como acostumbran, tiran la piedra y esconden la mano; aparte de que pues sí hay modo de hacerla de pedo, porque la distancia entre las dos coreas -para darles una idea- es como la que existe entre Jalisco y Vallarta, o sea, nada, y pues qué tal que en una de esas acaben salpicados con un misil de prueba. 

Un detallito más es el terrorismo, donde, como en la guerra, se llevan de paso a personas que ni al caso, a ciudadanos de a pie como ustedes, como yo. El caso más reciente lo vimos ayer lunes con las explosiones en la Maratón de Boston, dejando un par de muertos y como 60 heridos, ¿y todo por qué?, para darle sus estate quieto a un país que se siente el dueño y juez del mundo, Estados Unidos de Norteamérica.

¿Quién fue? ¡Uta madre!, sepa la chingada, son los más odiados del planeta, así que no falta quien les quiera dar una de cal por las que van de arena; el pedo: como siempre, los que ni la deben, ni la temen.  

Es así como el planeta tierra ve en su día a día cómo nosotros, el mayor depredador de la historia, acabamos, como he dicho, con todo aquello que tenga vida. Las armas ya ahora no son solamente pistolas, cuernos de chivo, metralletas, cañones, etcétera, no, ahora hasta bacteriológicas creadas con productos tóxicos o incluso organismos vivos, con la finalidad de matar, "discapacitar" o incluso quién no nos dice hasta llegar a la mutación por muy fantasioso que esto llegará a sonar.  

Tal vez algunos de ustedes, mis estimados, han visto The Walking Dead. Lo aceptó, suena a peyote y una mega-jalada eso del apocalipsis zombie, aunque dándole una analizada, el menos de los problemas, como la misma serie nos deja claro (y que por ello me intereso), son los mentados zombies, a los cuales se les mata hasta de un trompón bien dado en la cabeza; el mayor problema que la humanidad tiene aun en esos momentos de terror, desesperación y muerte es, ¿adivinen quién?, la misma humanidad.  

No se la perdonan unos a otros y terminan matándose por el territorio, por la comida, por el agua, por el poder, y regresaremos a lo que en un principio fue la creación del mundo como lo conocemos, donde el hombre era bárbaro… y aun no ha dejado de serlo, sólo cambió el taparrabos por traje y corbata. Lo vemos hasta en algo tan simple y tonto como en el Metro, donde unos a otros se avientan por ganar un asiento. 

Parece que no podemos entender y aprender de las tragedias que la historia universal nos presenta, seguimos cometiendo los mismos errores. Por eso cuando la tierra se revela ante nosotros con sismos, inundaciones, explosión de volcanes, entre otros cocteles, resultados del calentamiento global, no queda más que aceptar que tiene toda la razón en hacerlo.

Nosotros somos los que hemos alimentado ese dragón que terminará tragándonos y eructándonos, porque vaya que le estamos cayendo de empacho, y merecido lo tenemos.   

0 comentarios: