por Israel Martínez Angulo
El miedo a
hablarte, tan perfecta es tu imagen que mis palabras son capaces de afectar tu
noción de lo material, de tu percepción. Tu mundo parece respirarse de otra
manera. Es mi timidez la que atañe mi fracaso, es tu belleza la que se
interpone entre tu mundo real y mi patético intento de mundo material. Nunca lo
intenté y no lo haré jamás. Tu perfil es perfecto, su forma es una obra de arte.
Quién se imaginaría que la naturaleza pudiera crear tanta perfección.
Crazy for you es una canción de
Slowdive, un tipo de rock, algunos lo catalogan como Dream Pop, yo digo que
sólo es música hermosa, y puedo decir que mientras te veo, la canción se
reproduce en mis oídos, afectando mi cerebro y llegando hasta lo más profundo
de mi ser, esencia que jamás perderé… Patética esencia, mi vestir, el habla y
la forma en la que intento estar dentro de lo que algunos consideran moda…
quién sabe, tal vez así, si en un momento se te ocurre voltear a ver quién soy,
puede que te guste más. Uno qué va a saber si en realidad no conozco más que tu
físico, ya que tu mente e ideas son un mundo estéril para mí.
Quién diría que
toda mi vida he buscado la forma de poder hablar con cierto grado de coherencia.
Dicen que el amor es un estilo de locura... por lo tanto jamás podré, no lo haré,
por más que intente no te encontraré, y de quién puedo estar hablando más que
de la felicidad. ¿Alguien se ha imaginado hablando con su felicidad, cruzando
palabras con ella y vivir en una simbiosis perfecta? Creo que sólo son cuentos
de hadas… malditos cuentos de hadas, sólo enferman un poco más mi percepción de
la vida.
No te culpo, sé que
soy invisible para ti, sé que para tratar de estar a tu lado debo de conocerme
más, debo ser más fuerte y lo que es más importante: debo de morir para así
olvidar todo este peso que no me deja ser, para desaparecer todas estas ideas
que no me permiten evolucionar, que hacen del hombre un animal... el miedo, el
instinto, los sentidos, los impulsos. Moriré buscándote de nuevo, recuperando
lo que alguna vez fue nuestro.
Tú, Sofía, me atrapaste
en el año 2005. Tú y yo éramos sólo dos jóvenes, lo recuerdo claramente, fueron
seis meses los que tardé en pronunciar una palabra frente a ti; sin embargo,
pude emitir miles de señales a través de mi mirada, lo hacía a diario al salir
de mi salón de clases. Era tan joven que no me preocupaba por aprender, sólo
pensaba en tu rostro, esa fisonomía perfecta.
Al final, cuando
logré acercarme, fuiste tú quien dio el primer paso. Preguntaste mi nombre, fue
entonces cuando todo comenzó, ya era un hecho, podía ser mía aquella realidad
con la que soñé durante toda mi vida.
Ahora te veo frente
a mí y soy yo quien no puede hablarte, tus lágrimas caen sobre mi cara. Lo más
triste es que no las siento, sólo las veo caer. Ahora tengo 30 años, no puedo
moverme, no puedo hablarte y no puedo si quiera soñarte.
Atrapado por un
error, atrapado por una historia, sin embargo te escucho, lo hago cada viernes
que vienes a verme, y al escucharte leer cuentos de Borges para mí… ¡carajo!,
comienza a ser monótono. Sólo de pensar que esto es molesto para mí, no imagino
lo tedioso y desesperante que puede ser el verme en estas condiciones.
Al inicio tenías la
fiel confianza de un día entrar por esa puerta blanca y encontrarme como alguna
vez me llegaste a conocer. Sin embargo, sé que no pasará, sé que esta noche
será igual, sé que esta noche no podré hablarte más porque tal vez estábamos
destinados al olvido… sólo tal vez.
1 comentarios:
Que triste por el señor catatónico. u u
Publicar un comentario