martes, 29 de enero de 2013

Réquiem Purpura


por La Mort D'une Lune


Él bañó los cielos con su color purpura.

Deseó terminar con toda vida y mínima esperanza.

Así que de las manos la tomó y un beso como daga del cielo cayó; mirándola a ella fijamente con lágrimas de sal, el sonido estrepitoso del mar sus palabras ahogó. 

Ella, al no encontrar otra justificación de aquel pálido y helado adiós, la confusión y la ira a su mente llegó. 

La razón y conciencia de ambos se olvidó, unos centímetros caminó, fuerza tomó y al abismo lo empujó; sostenerse él no pudo, resbalando así sus pies por las húmedas rocas tan llenas de musgos.

Danzando demonios a su alrededor, y ella, por la torpeza cometida, llorando sobre sus rodillas, sus manos en posición mesiánica y un castigo esperando de ese cielo purpura, rompió en lágrimas al ver que aquel cuerpo del hombre flotaba y la corriente a horizontes solitarios llevaba.

Así que desesperada e hipnotizada por el canto de los demonios, fue incitada a tomar entre sus manos más muertas que vivas aquella daga que el cielo purpura escupió.

Dejó hundir delicadamente el cortaplumas, creando en su interior otro abismo donde desesperaciones, los últimos suspiros y la misma vida, se escurrían.

Los ángeles malditos cirios encendieron y los borrosos cielos tristemente réquiem especial tocaron.

La sangre derramada de ambos en el gélido mar de rojo coloreó. Al final Abaddon contó que por el precipicio caer la dejó. 

Es por eso que él siempre me llama e historias me cuenta, historias de más abismos.

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