por La Mort D'une Lune
Entre tanto cielo crispado, paseándose las neblinas
matinales por entre los arboles, la humedad abrazando las casas, los senderos, las
estatuas, los rosales, desde mi ventana observo todo aquello en quietud. Con
mis ventanales empañados me distraigo tratando de hacer figuritas, dejando
liberar mis pensamientos.
No sé, pero creo hoy estoy decidida a dejar la máscara que
he cargado por años, y he decidido dejar respirar mi piel; quiero que el frío y
la neblina abrazadora congelen mi cara; quiero sentirme como un hielo, caminar
por ese sendero por primera vez en mucho tiempo sin esta máscara que me he
puesto desde tiempo atrás. Quiero ver cómo es mi rostro reflejado en las
límpidas aguas del lago.
¿Que por qué llevo la máscara? Tal vez sea por pura
inseguridad mía, inseguridad que desde pequeña he arrastrado, pues los demás,
niños crueles, se burlaban de mí, haciendo bromas y haciéndome pesadeces, y tal
vez sea ésa una forma de protegerme de los hombres que hermosean el aspecto,
pero que al final de cuentas se burlan de mis sentimientos puros.
Esa máscara me ha acompañado desde hace tiempo, es mi fiel
confidente de las cosas que veo, escucho e incluso de las cosas que yo misma
pienso; esa máscara me conoce mejor que nadie, ella me ha ayudado a alejar a
las personas que no necesito cerca, y la verdad es que prefiero estar un poco
apartada de la gente escandalosa, burlona, hipócrita, falsa.
Me siento en la mesita de madera, y tan sólo me quedo atrapada
al ver cómo escapa el vapor de mi taza humeante de café; esas curvilíneas de
vapor que me resultan suaves e hipnotizantes; pienso si es así como se me ha
escapado mi corta vida, mis cortos, frustrantes y depresivos 25 años.
Muchas veces he pensado quitarme la máscara que uso para
salir a ese mundo exterior y hostil, el cual, por cierto, también suele ser un
mundo engañoso donde es fácil que lastimen a un ser. Lo he pensada infinidad de
veces, pero creo que hoy será ese día en el cual lo lleve a cabo, intentaré
salir a ese lugar exterior donde he sido ignorada, utilizada y hasta abandonada.
Es que desde que la tengo a ella, no tengo esa necesidad de
preocuparme tanto, pero en el momento en que la retire de mi rostro será difícil,
difícil para mostrarme a los demás; tener que interactuar con la gente es algo
estresante para mí, es quitarse una máscara y ponerse otra ante los demás sólo para
tener contenta a una sociedad.
Pero siempre he querido ser quien soy, con o sin máscara,
pero a veces no sé quién soy en realidad, porque acostumbrada estoy a llevar a
mi acompañante inanimada a casi todos los lugares.
Me resultará raro quitar a quien me protege y que tenía mi
piel a resguardo, para después poder sentir cómo el frío y humedad rozan mi
piel casi violentamente, y probablemente aproveche para hacer todo esto, a
sabiendas que no hay ni alma que se muestre por aquí a horas tan tempranas.
Tal vez sea una de tantas veces que me quite mi máscara, ésa
que llegó misteriosamente, y de esa forma existan más días como hoy.
Probablemente, sí, el día de mañana deje de ser la loca Ophelie, la loca de la
máscara.
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