por Astarte
Dicen que la ninfomanía es una
palabra inventada por el hombre para reprimir a la mujer sexualmente, que trata
de suprimir cualquier deseo que la mujer pueda sentir, esto sólo con el afán de
hacerla sumisa.
No sé si sea cierto, pero la
palabra me gusta y su concepto aún mas. Soy una ninfómana y, completamente
presa de mis instintos sexuales, cada día me despierto con ganas de más,
siempre buscando una experiencia nueva.
Apenas tenía 15 años cuando mi
libido despertó; salí a comprar algo a la tienda cuando lo vi de lejos, pude
observar cómo sus ojos denotaban lujuria total, un hombre de 25 años
aproximadamente que se escondía en la oscuridad dejando asomar sólo la
perversión y el deseo.
Fue inevitable voltear a ver qué
es lo que hacía, y es que sus manos se movían de manera agitada. Me habló, y
como cordero me acerqué a él. Una complexión exquisita para la vista, un cuerpo
marcado que me hizo sentir punzadas en medio de las piernas; sus manos tocaron
las mías y las llevo a un mundo nuevo para mí: el mundo de la perversión.
Aún recuerdo cuando puso su pene entre
mis manos y me enseñó a moverlas de manera suave, apretando un poco y sin
perder un ritmo que cada vez era mas acelerado. Me hinqué y coloqué en mi boca su miembro grande
y duro, al que deseaba enormemente morder; lo saboreé y chupé como si fuera una
paleta con un delicioso sabor, y el ver su cara de placer me excitaba aún más,
provocando que esas punzadas que sentía entre mis piernas pidieran a gritos
ración de excesos.
Me levantó suavemente y tocó mi
pelvis metiendo su dedo delicadamente, provocando que un líquido mucoso saliera
de mi entrepierna. Sus manos delineaban todo mi cuerpo, como si estuviera
moldeando una pieza de barro. Su lengua chupaba mis senos soltando unas
mordidas, mientras no dejaba de mover su dedo haciendo que mi cuerpo
inconsciente se moviera a un ritmo que no conocía.
Fue entonces cuando levantó mi
falda y me arranco el bikini como un perro desesperado que busca comida en una
bolsa, abrió mis piernas y metió su pene dentro de mí, penetrando no sólo mi
sexo, sino también mis sentidos. Un pequeño dolor me llenó de satisfacción, y
entre más se movía más me perdía en un mundo donde los sentidos reinaban, la
moral no existía y la lujuria era la diosa de tan majestuoso universo.
Me volteó bruscamente mientras me
empinaba para meterla hasta lo mas profundo de mi ser; tirando de mi cabello me
penetraba y se movía con un ritmo celestial. Y en esa danza, en cada paso, en
cada ir y venir, me perdía más y más y más.
No sé en que momento sentí que mi
cuerpo estaba a punto de estallar; un éxtasis que necesitaba ser liberado llegó
intempestivamente, mojándome por completo. Mis piernas se tambaleaban y la
lujuria me presentaba a su pareja: el placer.
Estallé cual si fuera una llave
de agua que abres y sale el chorro mojando todo lo que esté a su alrededor. Él,
estando a punto, vació todo su semen en mi boca dejándome probar el sabor de la
dulce ambrosía, un sabor a pecado, ese pecado que deja satisfecho al cuerpo, a
mi cuerpo.
Extasiados por el momento esperé
a que mis piernas reaccionaran, entonces me aparté y
seguí mi camino sin interesarme en saber quién era esa persona que me había
presentado a la lascivia que hoy vive en mí y que me hace despertar con el
deseo de tener una experiencia sexual, única y diferente, a la del día
anterior.
1 comentarios:
Bastente interesante y bueno el texto, cada palabra y el coo describes las cosas llevan la imaginacion a ese momento exitando no solo el cuerpo, si no tambien los sentidos
Atte. Daritma de Romanus
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