miércoles, 29 de febrero de 2012

Infección


por P.I.G. 

Dime, ¿qué tan perversa me encuentras el día de hoy? Supongo que más que ayer cuando decidí venir a visitarte a pesar del mal clima. Cuando pienso en ti, en tu sexo apuntando hacia el cielo, en tus dedos, tus labios, tu lengua, no me importa cruzar la ciudad entera y derribar las puertas de tu posada. La noche es más interesante en estos lugares.

Soy la única que conoce el camino hasta aquí, la única que puede darse el lujo de postrarse frente a ti y abrir las piernas y recibir una respuesta complaciente.

Aquí me tienes, semidesnuda, lista para que acabes con mis delirantes deseos de obscenidad. No creo que lo nuestro sea amor en verdad, eres la parte de carne que me hace falta y yo soy tan sólo el destino de tu semen, tan cierto como eso.

Pero no vine a hablarte de cosas efímeras, es tan reducido el tiempo que tenemos para desaprovecharlo con tonterías. Prefiero apreciar tu semblante serio, sin un ápice de compasión ¿lo ves? Ni siquiera te dignas a mirarme, pero eso me incita, soy la pervertida y tú el hombre inmutable, ahora seré yo quien corrompa esa pasibilidad debajo de tu abdomen.

Permíteme ayudarte un poco, sé que tus manos son tímidas, aun así erizan mi piel tersa, le llenan de frialdad, de excitación. Anda, lleva esos largos dedos hacia mi entrepierna, sube y baja, sólo hazlo, lenta o agresivamente. Sé que te fascina verme así, disfrutando del placer que sólo tú puedes brindarme. Debo reconocer que es un buen trabajo el que realizas.

¿La primera vez que lo hicimos?, no lo recuerdo. Mi ropa estaba húmeda, mi cuerpo impregnado de tu pervertido aroma. Esa noche quería probar algo diferente y contigo lo encontré. Placer absoluto, sin quejas, tenía que acompañarlo con drogas, de otra forma me hubiera sido más difícil hacerlo.

Me sienta bien el negro ¿no lo crees? Quería sorprenderte y aún no sé si lo hice; estás tan callado como siempre, aunque para una estimulación tal las palabras salen sobrando.  Demasiado aprisa pero está bien, por ti soy capaz de hacer y deshacerlo todo. No repongas en el sostén, ni en aquel pedazo de tela que cubre mi sexo, mírame bien, estoy aquí para alegrar tu soledad.

El jugo que recorre mi pierna, ¿lo ves? Me gusta sentirlo caer, tibio aún, hasta mis pies.

Lame mi pecho y humedece mi cuerpo con esa lengua de la que emana veneno, veneno que se disfruta, veneno que penetra por cada uno de los poros, introdúcela hasta mi garganta, no dejes virgen ningún resquicio de mi cuerpo. ¿Algo fuera de la rutina? Sabes que no me molesta que lo hagas, disfruto de tus experimentos y tu creatividad.

¿Acaso no están hechos a la medida tu sexo y el mío? Son complementos que no encuentran par en la naturaleza, son el día y la noche en el ocaso de la luz. De ellos proviene la palabra placer, no conocen del decoro ni la pudicia, se alimentan el uno del otro. Ambos nos alimentamos de ellos.

No hagas caso, me gusta divagar mientras te siento. Rasga mi piel, flagélame, oblígame a volver, hazme olvidar tu indiferencia. Desflora mi alma, penetra mi mente y sométeme a tu piel. Acaba de una vez que el alba amenaza con acabar con la oscuridad que nos guarece.

He ahí de nuevo un orgasmo en silencio… quizás mañana vuelva, tengo que aprovecharte, tengo que exprimir hasta la última gota de tu perfidia. Puede que dentro de poco tu cuerpo cumpla el proceso de putrefacción, entonces todo será flacidez y dejará de ser divertido. Cuando ese momento llegue te habré olvidado y tendré un sustituto esperándome en alguna otra fosa común de este petulante cementerio.


2 comentarios:

Necro-Sex-Erotic... Buena conjunción de un incipiente relato erótico con la más fascinante cereza de armonía. La muerte

Saludos Mojo Risin. Esperamos que continúes leyendo Regiones Inferiores.