por Pep
Mira si el mundo es chico o la necesidad
acompañada de soledad es suficiente. Es el día en que tu olor se ha quedado
conmigo y tu recuerdo aún permanece; es el día en que quisiera salir a buscarte
y decirte que he empezado a quererte; es justo el día en que estoy por
resignarme y perderte, ¿perderte? Creo que nunca fuiste mía como para verte
perdida, pero siempre fui tuyo, aunque nunca lo supieras.
Ayer, como cada noche durante los últimos dos
meses, salí en el auto con la esperanza de encontrarte. Deseando verte caminar
por la acera y dirigirte a mí, para que vinieras a casa y entonces diéramos
gusto al cuerpo, oídos, mente, vista y sentimientos. Vi a una pareja que se
amaba mientras caminaban, entonces recordé lo felices que fuimos todo ese
tiempo.
Quise sentir tus manos tibias sobre mi cuerpo,
deseando tener mi sexo entre tus piernas, mi lengua deslizándose sobre tu bien
formado pecho y mis manos colocadas en lugares específicos rindiendo tributo a
ese ser maravilloso en el que te habías convertido.
Sí,
quise sentirte mía y de nadie más. Mía no porque seas un objeto, sino porque
más allá de meterme por debajo de tu falda, pude penetrar tus pensamientos,
llegar al punto exacto en que tu mente dejaba de hacer para empezar a estar;
estar llena de placer, necesitada de mí y yo de ti y todo lo que sueles hacerme,
pidiendo que ese momento, en el que ambos nos uníamos sin mayor remedio y en el
que tu sudor era la bebida perfecta para mi sed, nunca terminara.
Pude haber muerto cualquiera de esas noches,
días, tardes, no importaba el horario, la experiencia siempre era única, y
morir entre tus piernas o con mi lengua lamiendo tu interior hubiera sido la
muerte más placentera que alguien pudo haber tenido.
Sin embargo, heme aquí, metido en este auto sin
tus piernas y caderas moviéndose al compás de mis orgasmos más duraderos, de
mis incontrolables ganas de despojarte de tu ropa y deslizar por ese cuerpo
tuyo mi sexo muy dispuesto. Siempre provocadora, seductora, siempre dispuesta a
cumplir los más perversos deseos, siempre gustosa de estar conmigo y de
permitirme coger… tus ideas más intimas y hacerlas realidad.
Hoy he salido en busca de ti, al no
encontrarte he tenido que recurrir a gastar un poco de mi quincena para tener
compañía; para tener alguien con quien venirme después del trabajo y terminar
rendido, cansado y ya sin ganas de sexo. La masturbación comenzaba a ser parte
del día a día y ya se empezaba a tornar aburrida.
No es lo mismo mi mano ya
cansada por abusar de sus beneficios, que esas nalgas bien firmes en las que
más de una vez mi semen se escurrió.
Es por eso que he decidido pagar los servicios
de esta, ¿cómo llamarle, “mujer, prostituta, señora, señorita, puta”? Da igual,
dudo mucho que vuelva a verla o que tenga que recordar el calificativo, como si
fuera a presentársela a alguien. En fin, he recurrido a ella como quien va al
centro comercial, busca comida o bebida, paga y satisface su necesidad
primaria: comer y beber.
Yo he de satisfacer mi necesidad primaria, mi
necesidad de estar acostado contigo y meter mis dedos, mi lengua y lo que sea
preciso para darte placer, sentir tu boca centímetro a centímetro, mientras
introduces en ella lo que es mío y así permanecer el tiempo que sea necesario
para terminar exhaustos de tanto placer.
Días como hoy ha habido muchos, desde hace dos
meses que no te veo y que he salido todos los días a buscarte. Cansado de no
encontrarte, al menos una vez por semana, he terminado enredado en las sabanas
de más de una de ellas, de ésas que conoces. Nunca es la misma persona, siempre
son diferentes rostros, gestos, cuerpos y modos, incluso edades.
La más pequeña con la que he estado tiene 17,
sé que pensarás que soy de lo peor, pero has de recordar que esa edad tenías
cuando nos conocimos, cuando te expliqué y enseñé algunas cosas referente a los
placeres de la vida, cuando tu sexo, virgen y temeroso, se entregó a mí y
juraste amarme siempre.
Esa niña me recordó tanto a ti, la diferencia
no era mucho contigo, tú 17 y yo 20, ahora ella 17 y yo… mejor no hablemos de
eso. Pero tu recuerdo presente aquella tarde me permitió tener una de las
relaciones más placenteras que pude haber disfrutado; mira si es gracioso, pudo
ser otra cara, cuerpo y modos, pero en mi mente tú eras con quien fornicaba sin
remedio y sin control, no aquella niña ajena a mi vida y sentimientos.
En fin, como te contaba, dos meses teniendo a
diferentes mujeres en mi cama y tu recuerdo sigue atormentándome noche a noche.
No sé en realidad si es tu recuerdo o tu cinismo, pero sea lo que sea no me ha
permitido sacarte de la cabeza, dejar de pensar y de quererte, dejar de
desearte.
Quiero verte y quiero sentirte, y que estés aquí al
despertar y antes de dormir; quiero morir en tu boca y renacer pegado a tu
sexo; quiero que me sometas a tus más sucios deseos, pero quiero hacerte
participe de mis más perversos secretos; quiero que estés aquí y tengamos sexo,
no importa lo que tenga que hacer, quiero tenerte otra vez.
Dos meses tirados a la basura, en el intento
de regresarte conmigo encontré un sinfín de verdades tuyas que tal vez no me
hubiera gustado conocer, pero que ahora me han hecho entender. Dos meses en los
que he compartido la cama con varias mujeres, pero de la cama no ha pasado,
nadie como tú a la hora de hablar. Puedes tener mil cualidades, venirse en tu
boca de una manera casi celestial es una de ellas, pero a la hora de hablar, en
verdad que aún veo difícil decidir qué prefiero más, si cogerte o escucharte. De
cualquier manera, contigo, ambas cosas me gustaban.
Y después de poco más de un año de tenerte
noche tras noche en mi cama, compartiendo mi casa, mis sueños y mi amor, por
que sí, mira que llegué a amarte, un día despiertas y me dices que no puedes
seguir con esta farsa. Que me quieres, lo has hecho desde que éramos niños y
viviendo tan cerca siempre nos frecuentamos, pero que no sirves para esta vida
que te doy.
Esta vida que quise vivir contigo, no es la
que tú soñabas tener. Tus aspiraciones o medios para satisfacer tus necesidades
eran muy lejanos a los que yo podía aceptar y ofrecer. Ese día despiertas y me
dices que tu trabajo es tu vida, que tú vives para trabajar y no para quedarte
en casa. Eso nunca lo cuestioné, pero eso, a lo que te dedicas, es lo que no
lograba entender.
Te ofrecí una vida digna de ti, de tus
estudios, de tu persona, entonces trato de convencerte que si es por dinero,
juntos saldremos adelante. Que no te he de dejar sola y menos a tu suerte en
las calles y con tanto cabrón que anda suelto. Te quedaste callada mientras
seguías guardando las cosas en tu maleta. Sólo me veías como sintiendo lástima
por este idiota que se enamoró de ti.
Intenté hacerte entrar en razón pero creo que
tus palabras frías y directas no me dejaron otra opción. Justo antes de que salieras
de la casa y dejarte partir sin más, volteaste y me miraste, tomaste mi mano y
dijiste: “entiende que no se trata de ti y de lo que has hecho por mi, estoy
muy agradecida pero ya no puedo más.
Quiero que sepas que durante este año me
has hecho muy feliz, he sido una mujer muy afortunada de poder encontrarme un
hombre como tú, pero no puedo seguir engañándome ni mintiéndote a ti.
“Desde ese día en el que nos encontramos te expliqué las cosas, lo entendiste, me
propusiste vivir juntos y lo intenté; al principio te dije que trabajaba en eso
por necesidad, pero hoy, hoy que no he podido aguantar más, debo decirte que
no, no seré como todas las demás que dicen que se prostituyen por necesidad. Yo,
yo lo hago por gusto, por placer, por aventurarme a tener a diferentes hombres
por las noches, a dormir con alguien diferente cada semana, a sentir un cuerpo
ajeno y desconocido cada que alguien me paga por acostarme con él; yo lo hago
porque soy así, porque me gusta y porque, incluso, podría no cobrar y seguir
buscando placer en las calles.
“En cada coche que se acerca misterioso, baja
el vidrio, se cierra el trato y se abren mis piernas o la boca, depende del
gusto de cada quien. Tal vez te lastime saber la verdad, saber que soy una puta
más, una de esas que alguna vez fuiste a buscar y que, sin querer, justo ahí
nos fuimos a encontrar. Ésta es la despedida, tal vez te duela pero mañana ya
se pasará. Si algún día necesitas de mis servicios búscame que para ti, amigo,
las puertas de mi casa y mis piernas siempre estarán abiertas y dispuestas a
acogerte sin reproche”.
Fue entonces cuando me diste un beso que no
pude responder, tenía tanto asco de mí, de ti, de haberme enamorado de una mujer
de la calle, de haberme creído tus engaños, de haberte compartido, seguro
estoy, más de una noche con alguien más. Juré que te echaría al olvido, pero la
verdad es que no he podido, y no lo he intentado.
Mira si el mundo es chico o la necesidad
acompañada de soledad es suficiente. Es el día en que tu olor se ha quedado
conmigo y tu recuerdo aún permanece; es el día en que he salido a buscarte en
cada esquina, con cada una de estas mujeres que se venden como carne en el
supermercado, desfilando para el montón de pervertidos que pasan aquí. He
estado con más de una de ellas, las que me dicen cómo es que llegaste aquí y lo
rápido que los clientes notaron tus intenciones.
Vengo todas las tardes y me uno al montón de
pervertidos que las miran desfilar, me uno
al juego de venir, pagar, coger y escapar, me uno con la esperanza de verte,
contratarte y tenerte de nuevo. No pienses mal, pues que duerma con alguien más
no significa que te haya dejado de querer, pero siempre habrá necesidades que
satisfacer.
He de salir todos los días en busca de ti, en
busca de que te ahogues en mi placer a consecuencia de tu “profesión”. Total,
ambos sabemos que siempre fui tuyo, aunque nunca lo supieras, y nunca fuiste
mía, aunque yo no lo entendiera.
PD. Te quiero puta.
3 comentarios:
jajajaja zas rifado!!
¿quién es el autor?
Disculpa la tardanza de la respuesta; es autora, Pep es su seudónimo, suele utilizar esa línea literaria muy perfecta para dejar volar la imaginación
Publicar un comentario