por: Pep.
Mariana, ese nombre siempre me gustó, tal vez
fue por eso que decidí y más tarde procuré, desde que recuerdo, enamorarme de
una persona que se llamase así. Recuerdo que busque mucho tiempo sin éxito
alguno, pero al final la encontré.
Sé que no será mía para siempre, pero ella
siempre será mi Mariana. Salí casi corriendo del trabajo hace unos instantes,
es momento de ir a verla y ya he llegado al lugar de siempre.
-Hola amor. ¿Qué tal tu día?
-Bien gracias, un poco ajetreado pero nada
extraño. ¿Y tú?
-Pues muchos pendientes en la oficina, junta al
medio día, pero tu confirmación era lo único que esperaba.
Ese mensaje o esa
llamada que me pudiera decir “Sí, hay que vernos” y no sabes, llegó justo
cuando ya creía que hoy no sería el día.
-Sabes lo complicado de nuestros trabajos, los
horarios, las entradas, las salidas, los lugares, todo, todo está en desorden
pero bueno, justo hoy pude darme tiempo de verte.
-Gracias Mariana, en verdad no sabes como te lo
agradezco.
-Y bien dime: ¿qué quieres hacer hoy?
-¿Hoy? No sé, quisiera hacerte tantas cosas
que…
-Pues anda, no te quedes ahí parado, ven
acércate y hagamos el amor como hace
rato no lo hacemos.
Sí, quiero dormir entre tus piernas y despertar
abrazado a tus caderas. Quiero comenzar por besarte suavemente la boca,
deslizar mi lengua por tu cuello, sentir cómo se eriza cada centímetro de tu
piel. Quiero que mis manos reconozcan todas las líneas de tu cuerpo, que poco a
poco caiga la ropa en el piso y podamos entregarnos a nuestros más privados
deseos y satisfacciones.
Quiero sentir tu piel, tu blanca piel que será
la única cosa que lleve puesta al dormir, quiero que esta sea la última vez que
pueda gozarte de tan deliciosa manera y que tú, al igual que yo, goces
completamente de este momento.
-Sí amor, quiero que me hagas estremecer, que
mis piernas sean el refugio de tus más profundos pensamientos, que ellas lleven dentro todas tus ganas de mí, de esto,
de nosotros.
Que no nos importe en dónde o con quién podamos
estar mañana, hoy sólo quiero que permanezcas ahí sólo para mí.
- Mariana ¿en qué momento llegamos a esto?
¿Cómo es que no puedo permanecer quieto, cómo es que mis manos buscan llegar hasta ese punto más noble tuyo, la parte más
caliente de todo tu cuerpo, que con tan sólo mover un centímetro mis dedos
tengo el control total sobre ti?
Si tan sólo no fueras como un delicioso bocado
a degustar y puesto en la mesa para mí, si tan sólo mi cama no estuviera
acostumbrada ti y tus locas manías a lo perverso de mis pensamientos, si tan
sólo no estuviéramos tan solos tal vez nunca hubiésemos tenido la necesidad de encontrarnos
aquí.
-No sé y no me interesa. Ven ya que tengo
tantas ganas de que tu sexo y el mío se junten, de sentir como te metes tan
delicadamente en mi cuerpo, de que rasguñes mi espalda y muerdas mi pecho, de
saciar tus deseos y que descargues tus ganas en mí; de que esa secreción, fruto
del placer producido por el acoplamiento de nuestros sexos, recorra mis piernas, mi boca o algún lugar de
mi ya vulnerable cuerpo.
- Mariana quiero probar hasta el último lugar
de ti, de tu organismo, hoy quiero estar más dentro de ti que otras veces.
Quiero bajar hasta la mitad de tu ser y que mi lengua busque dentro ese liquido
que esta noche será lo único que he de beber.
Quiero beberme ese líquido aún tibio que has de
expulsar, quiero beberme tus ganas y un poco más.
-Ya la ropa no está, ven entonces que esta
noche será lo que haga valer la pena todos los días de espera.
- Mariana no quiero que esta noche termine,
quiero quedarme atado siempre a ti y a tus malditas mañas debajo de las
sabanas, esas mañas por las que alguna vez peleamos, incluso quiero tus
orgasmos, esos orgasmos que alguna vez fueron fingidos y otras quisiste fingir
no tenerlos. Mariana por qué nunca aceptaste mi propuesta.
-No insistas otra vez, mejor continua ya.
Entonces hice todo lo que ella pidió; sus
manos, su lengua, sus piernas todo en ella me lo pedía, deseaba que metiera
mí parte más necesitada de su ser. Una
vez posicionado hice cada movimiento preciso para que iniciara el jadeo de
Mariana y mis impulsos sobre ella fueran
los incentivos suficientes para terminar agotados y saciados esta noche.
-Eres lo mejor que pudo haberme pasado en el
día muchacho.
-Mariana, mi Mariana, tú eres lo mejor que pudo
haberme pasado en la vida. Tu cuerpo son los mejores trazos que mis manos pueden
igualar a la hora de amar. Tu boca es el mejor estímulo que tuve para lograr
tal excitación, incluso mayor a la del sexo convencional.
Y qué decir de tus piernas, esas que han de
estar a disposición mía cada que el ritmo de vida que llevamos nos lo permitan.
Mariana aún no hay que vestirnos. Quiero ver lo
sincero de tu cuerpo, lo puro y virgen de tu mirada, que a estas alturas es lo
único que nos queda intacto, porque hasta tu nombre ha sido manipulado a mi
antojo, a mis ganas y deseos, a mis satisfacciones y anhelos.
-Nunca he entendido por qué Mariana pero me
gusta.
-No hay que entender nada. Has de saber que tu
deber no es el de analizarme sino el de complacerme. Para eso estás hoy aquí
amor. Para ser llamada Mariana, para hacerme creer que me amas.
Estamos aquí para engañar un poco al alma y
dibujarnos una relación inexistente, una relación en la que me llamas amor y yo
Mariana.
-Es confuso sabes, pero creo que después de
tanto me he acostumbrado.
-Te repito, esas son cosas por las que no
tienes que preocuparte Mariana.
-¿Y entonces qué he de hacer?
-Con tanta pregunta arruinaste todo, olvídalo.
Toma tu dinero y lárgate, déjame solo, como
siempre he de estar. Llévate tus cosas y
déjame tu nombre, Mariana.
-Idiota, pero has de marcar de nuevo.
-Y tú Mariana has de venir arrastrándote como
siempre, no será la primera vez.
-Imbécil.
-Mujeres, siempre difíciles, siempre preguntando
y pidiendo explicaciones de todo.
¿Qué es Mariana de mí? De mí nada, pero puedo
decir que es una prostituta que conocí un día al salir de un bar. Lo bello de
sus ojos me hipnotizó, supe que ella era mi Mariana, pagué sus servicios y la
primera vez fue difícil convencerla de que
a partir de ese momento sería Mariana.
Al paso del tiempo le tome cariño y creo que
ella a mí, dos veces al mes y luego una vez a la semana, verme con ella es muy
interesante, pues cualquiera diría que en verdad somos pareja.
No me preocupa que hoy se haya ido molesta,
pues no le pago para que pregunte, le pago para complacerme. Es como cuando compras algo, un bien, un servicio o alguna
otra cosa. Cuando pagas por algo te conviertes en dueño de ese algo, incluso
del nombre.
Un par de días, eso es lo que le dura el
berrinche a esa mujer, luego necesita dinero y yo, yo un lugar seguro donde
descargar mis ansias y entonces de nuevo estaré con Mariana en mis brazos y
ella con dinero en las manos.
1 comentarios:
zas intenzo zas divertido zas triste zas bonito zas y si es!!!!!!!................................
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