miércoles, 30 de abril de 2014

De chile, de mole y de dulce

Estoy de vuelta. Me tomé unas forzadas vacaciones porque me desconecté de la tecnología; bueno, más bien la tecnología estaba empeñada y ahogada: mi celular ahogado, la Tablet y la laptop andan en esos lugares bellos y lindos donde prestan dinero; pero bueno, no sacaré mi violín con la miseria que padezco ya que uno solito llega a esos puntos cuando se ahoga en deudas... saludos a mis deudores, por cierto, no los olvido, lo juro. 

 En otro orden de ideas, al respecto de los monopolios y las reformas en telecomunicaciones sólo quiero decir que somos una bola de hipócritas porque todos o una gran mayoría hemos permitido que sigan, o me van a decir que en su cel no aparece la palabrita Telcel y que si no la ven hasta sacan la mano por la azotea y le piden a diosito para que aparezca... o sea que sí,  todos somos “Territorio Telcel”, bueno no, yo no, yo soy Movistar así que tampoco estoy libre de pecado, pero por lo menos el gordito adinerado diabético no pulula en mi celular, aunque seguramente en algún sentido le pertenezco porque Slim es como Pedro Páramo, todos somos sus hijos en algún maldito sentido. 

 Ahora bien, de la canonización del papa Juan Pablo II qué puedo decir. No sé, tengo sentimientos encontrados porque no puedo negar y voy a sonar de lo más mocho lo se, pero cuando hace años vino a México mi madre me desmañanó para verlo en primera fila y la neta yo no quería ir, pero he de decir que nos tocó cerca de donde se paró el “papamóvil” y cuando menos me di cuenta estaba moqueando de lo lindo y hasta bonito lo vi. 

 Bueno tal vez me contagié del entusiasmo ocasionado por toda esa gente que estaba a mi alrededor incluyendo a mi madre, pero y (he aquí el pero) cuando pienso que los pederastas ya tienen su santo en el cielo nomás se me retuerce la panza porque es innegable que este hombre permitió que las marranadas de Marcial Maciel pasaran inadvertidas aunado a mi pelea con que el Vaticano tenga más dinero que pelos un gato. Cada uno póngalo en el pedestal o en el lugar que se les dé la gana. 

 Y hablando de cosas que se contagian. ¿Qué se contagia entre los humanos? Lo pendejo, que es como la gripe. Sucede en un instante y anda en el aire, se contagia también lo culero, lo retrograda, lo machista, lo mocho, lo tacaño, lo negativo, lo positivo, el hambre... bueno, se contagian hasta las ganas de ir al baño, pero por qué siempre se contagia lo malo, en qué radica que lo bueno es casi nulo, que si alguien hace una buena acción luego luego le buscamos el pelo en la sopa para decir frases como: “Ay no, sólo lo hace por quedar bien”, “Si es una perra, seguro quiere algo”, “Nadie da nada a cambio de nada”, entre otras.

 Y me dio por hablar de los contagios porque una gripa como quiera, pero cosas que también se contagian y nos afectan como mundo, es: lo corrupto, lo ratero, bueno, hasta querer ser político se contagia, se tiene la idea de que es la profesión más fácil del mundo y a la que todos los que tienen sólo ganas, sí, ganas de triunfar y robar pueden aspirar. Qué triste pero qué real es. Nuestros políticos encabezados por nuestro señor (ay ajá) presidente son la realidad con patas de que es verdad que para ser político sólo hay que haberse contagiado un poco de pendejez y ambición. 

 No me negarán que los políticos pendejos abundan. Uno que en verdad si no nace lo crea Juan Osorio, me cae, todo un personaje de novela es el buen Javier Lozano, o conocido entre sus cuates como “La Chiva loca” y que conste que no fui yo, así le dijo el bien ponderado coordinador de la bancada del PAN en San Lázaro, Luis Alberto Villarreal, bueno hasta “personero” de Cordero le dijeron por andar de promotor, se dice, de la iniciativa de telecomunicaciones del Partido Revolucionario Institucional. Ta’ cabrón, a poco no son una chulada los panistas, y los perredistas, y los priistas no necesitan que el pueblo se los almuerce, entre ellos se tragan vivos. Ven cómo no me equivoco en eso de los contagiaderos. 

Y la cereza del pastel para mí esta semana fue Mario Delgado, quien cuando no le llueve le llovizna, pero arrendar vagones de la L12 por 21 mil millones de pesos a 17 años, cuando se pudieron haber comprado de contado por la ínfima cantidad de 6 mil millones es como de risa loca ¿no? Porque entonces qué más podemos esperar del exgobierno de Marcelillo Ebrard que al parecer es como una chistera de mago, puede salir cualquier cosa, lo que no hay que dudar es que seguirán siendo pendejadas tras pendejadas. Eso sí, pendejadas de millones, no de miles porque como buenos niños popis del PRD se iban a lo grande y bueno, empecemos esta bonita semana con la buena noticia del puente del primero de mayo, gócenlo muchachada que yo haré lo propio. 

 B. Varglez.

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