viernes, 14 de febrero de 2014

Entre el imaginario y la realidad, la vida en el barrio

Violencia y narcotráfico es para algunos la vida en el barrio, para otros un disfrute cotidiano.  Hace veinte años tranquilidad en cierto sentido es lo que representaba vivir en él. De la primaria a la casa caminabas sin ningún percance, la secundaria y la preparatoria la misma historia. Ningún asalto, descabezado o descuartizada. Sólo uno que otro baboso que te agarraba las nalgas o se masturbaba en uno de los puentes de la avenida Puebla. Un asalto de vez en cuando pero ninguna muerte a causa de él. A menos… que vivieras en los barrios de los barrios, ahí sí sabias: mejor no te acerques. 

Niñas y niños inventando, recreando y siguiendo juegos. La calle, era el espacio de socialización de infantes, jóvenes y adultos. Los más pequeños entre las ferias, el andar en bicicletas, los patines, el bote pateado y stop convivían sin temor de sus madres y padres que los fueran a robar para prostituirlos, explotarlos laboralmente y/o quitarles sus órganos. Jóvenes entre las retas de futbol, los bailes de sonideros, las discotecas se rifaban los golpes y aprendían el bailongo. Temor a que los golpearan sí, pero no a que los mataran los tiras, los narcos, los que te roban o cualquier otro accidente de la cotidianidad. 

Y los adultos… los que ahora son madres, padres, y abuel@s hicieron redes de amistad, compadrazgo y organización vecinal. Sin temor de las extorsiones y/o secuestros exprés.  

La calle es el espacio apropiado por todos –de los delincuentes también–, el centro de la dinámica del barrio. El tianguis, la garnachada, las ferias, los sonideros, los parques, las pulcatas, el campo de futbol, espacios de socialización. El narcotráfico, la política municipal y la violencia han sido los procesos que han modificado la vida en los Reyes, La Paz. Un barrio de la zona metropolitana que como muchos otros viven la inseguridad día a día apropiando y resignificando los espacios a partir de ésta. Disparos de bala, muert@s, robos a casas y civiles, extorsiones y secuestros ya no son motivo de extrañeza, son sucesos a los que la gente ya se “acostumbró”.

Esta columna es la experiencia de un imaginario y realidades de los barrios, pueblos y comunidades de México por los que esta antropóloga ha echado a andar sus pies y ve procesos urbanos que para muchos son cotidianos, como la violencia a escala micro. También se abordarán otros procesos no violentos que definen la vida en él. 

Se dirige sobre todo a aquellas personas de estos lugares, para reflexionar más sobre esta nueva cotidianidad que ha generado el Estado, esta ola de violencia que se exacerbó con Felipe Calderón y se manifiesta de múltiples formas. 

Se abre el espacio a tod@s aquellos que quieran compartirnos los rituales de su cotidianidad.


 La Mire. 

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